El público general confunde las abejas con las abejas de la miel (Apis mellifera). Tenemos identificadas unas 20.000 especies de abejas solitarias al mundo y son los polinizadores salvajes más importantes. Son principalmente solitarias y al contrario de las abejas de la miel se centran principalmente en plantas específicas, lo que las hace polinizadoras muy eficaces.
Por ejemplo, polinizar una hectárea de manzanos requeriría decenas de miles de abejas de la miel, pero tan solo unos centenares de Osmia Cornuta, que son particularmente buenas polinizando la flor del manzanero. Otro ejemplo: las flores de los tomates, las patatas y las berenjenas (entre otras) necesitan un “Meneo” para liberar su polen, y los abejorros están perfectamente equipados para este trabajo gracias a su fuerte vibrante zumbido. Las abejas de la miel no cuentan con esa capacidad.
Fotograma de la animación del estudio Passion Pictures Studios
Cada angioespermae está fuertemente conectado a un polinizador que encaja de acuerdo con el principio de Clave y Cerradura. Este encaje perfecto entre planta y el polinizador seleccionado es el producto de una evolución que se ha desarrollado por siglos. Producir polen tiene un costo para la planta en términos de energía y esta quiere que el polen producido se transporte de forma eficaz para poder reproducirse. Aquí es donde entra el abejorro (video).
La población global de abejas salvajes ha ido disminuyendo des del 1990. Los pesticidas, la agricultura extensiva y la perdida de hábitat son los principales causantes. Esta perdida de la diversidad puede causar un efecto dominó en los ecosistemas. Menos diversidad de polinizadores significa menos plantas salvajes, causando un decrecimiento de los animales que se nutren de estas. Así mismo, también representa un peligro para el abastecimiento de comida, puesto que el rendimiento de las plantas cultivadas es mayor cuando son visitadas por una variedad de polinizadores en comparación a cuando solo lo son por las abejas de la miel.